miércoles, 25 de febrero de 2015

Pabellón de Sri Lanka

El Pabellón de Sri Lanka fue un edificio de reucidas dimensiones, organizado en dos plantas en torno a un patio central, cuyo techo estaba decorado con atractivos tapices colgantes de diversos colores.
La estructura de este pabellón efímero, construido con elementos prefabricados y desmontables, semejaba un templo tradicional.

Su fachada principal mostraba un doble rótulo, debido a Ceilán, el nombre que la isla tenía desde época colonial y que cambió por el actual en 1972.


Fuente: Elmundo (N. G.)

Fuente: SANTIVALLADOLID

Fuente: Tecnopaisajes Consultores

Fuente: Ángela Palomares

Entre los escasos contenidos del pabellón se encontraba una muestra de piedras preciosas, incluyendo una demostración de su corte y preparación para la venta.
Precisamente en la tienda del pabellón se podían adquirir estas joyas, además de artesanía tradicional, especias y el célebre té de Ceilán.
Completaban la zona comercial las máscaras ornamenales de la salud o de la prosperidad.


Fuente: ABC (Nieves Sanz)

La zona dedicada a exposición se limitaba a ofrecer unos paneles con fotografías que reflejaban las costumbres y la historia del país.
Destacaban en esta zona una muestra de escritura tradicional y una cabeza bodhisattva.


Fuente: Sitomon

Otra zona del edificio estaba destinada a un restaurante y una sala de espectáculo.


Fuente: Sitomon

Los trabajadores del pabellón iban ataviados con trajes naranjas, recibiendo a los visitantes con el típico saludo cingalés.


Fuente: Tecnopaisajes Consultores

Fuente: Tecnopaisajes Consultores

Fuente: Álvaro Pinel

Fuente: Postal publicitaria

Fuente: Sabino el viajero

La mayor anécdota de este pequeño pabellón fue el robo de una estatua de bronce, llevado a cabo por un anciano de 78 años que fue detenido a su salida de la Expo'92 por la Puerta Triana.

Entre los visitantes destacó el gran elemento del pabellón. Se trataba de una representación de Buda que presidía la fachada principal.


Fuente: Vitruvio

Fuente: Ramiro

La escultura, de 12 metros de altura, estaba esculpida en granito y era una réplica del Buda de Aukana.

La escultura se encontraba sobre un pedestal con forma de flor de loto que simulaba flotar sobre la fuente de los deseos en la que se encontraba, donde muchos visitantes arrojaban monedas con el fin de cumplir sus sueños.


Fuente: Joly Digital

Fuente: Niels Kolditz

lunes, 16 de febrero de 2015

Nicolás Alpériz

Nicolás Alpériz fue un pinor costumbrista de reconocida calidad, algunas de cuyas obras se encuentran expuestas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, como es el caso de Cuento de Brujas, premiada en la Exposición Universal de París de 1898.

Fuente: Sir John More

Tras haberse instalado en Alcalá de Guadaira, cuyos paisajes y costumbres marcarían parte de su obra, regresó a Sevilla para instalarse en la Casa de los Artistas situada en la calle Madre María Purísima de la Cruz.

Su paso por Alcalá de Guadaira le fue reconocido en 1929, un año después de su muerte, cuando fue nombrado Hijo Adoptivo de la localidad.
En esta localidad, además, tiene una calle rotulada en su honor.

En Sevilla, uno de los grandes reconocimientos no llegaría hasta casi tres décadas después, cuando en 1955 se hizo rotular con su nombre la hasta entonces avenida San Juan de la Cruz, rotulada así desde 1943 por el IV centenario de su nacimiento, celebrado en 1942.

Fuente: Sergio David Cansado (Esa Sevilla)

Esta avenida es la que rodea la Plaza de España por su fachada sur.